sábado, 1 de marzo de 2014

LA VOLUNTAD DEL VOLUNTARIO


Es difícil trabajar en un entorno que no es el tuyo, con gente a la que no terminas de entender y con una organización realmente desordenada. Es desmotivaste no tener unas metas claras y precisas. Hartarte de esperar y de no poder hacer las cosas como te gustaría.

Es difícil vivir como aquí se vive, sobretodo viniendo de otra cultura, de otro país, de múltiples e infinitas comodidades.

Es complicado cuando las quejas se acumulan, cuando las ganas de rodearte de los tuyos te pueden, cuando la añoranza de la cosa más banal y estúpida te ronda por la cabeza todo el día.
Pesan los días, las montañas y la falta de una ducha, una cerveza con un pincho de tortilla, un colchón donde dormir… una tarde frente al mar…

Es complejo entender que nuestra labor aquí no es más que una pincelada en la vida de esta gente. Que realmente no hemos venido a cambiarles la vida. Que ellos son como son, y viven como viven. Y como viven es como hacen las cosas y no como nosotros estamos acostumbrados…

Es un ejercicio de honestidad tremendo darse cuenta que tampoco nosotros tenemos la solución, y que nuestro mundo a pesar de estar más desarrollado no tiene por qué ser el ejemplo perfecto para acabar con sus dificultades…

Estamos ya a final de proyecto, sólo nos queda semana y media para dejar Taluwa y los ánimos están por los suelos, hay quien sueña con irse, porque no ve el fruto de su trabajo, hay quién desearía estar ya en España. Y es lógico, yo a veces también lo siento.

Pero es momento de reflexionar y de entender que nuestro paso por aquí no es más que la oportunidad de ofrecer un aire distinto a esta gente, que el trabajo que hemos desarrollado no sólo ha dependido de las posibilidades de las que hemos dispuesto.

En mi caso, en mi proyecto no he tenido seguimiento ninguno, ni planing mas que el que yo he programado. Mis metas eran documentar el trabajo del resto de voluntarios, por lo que he tenido que ir siempre siguiendo sus planes. Sin que la organización me diera más detalles o facilidades.

Todo el equipo técnico ha corrido de mi cuenta, y he tenido grandes problemas sobre todo con el audio…ya os sangraran los oídos cuando oigáis el resultado…traje un micro ambiente, y debería haber traído uno de corbata para las entrevistas…pero no lo sabía… Por no hablar del peso con el que he tenido que cargar siempre que me he movido algún sitio… ¡YO HUBIERA NECESITADO A UN SERPA!

Así que lo que he hecho y lo que no, sólo ha dependido de las ganas y la voluntad que yo le he puesto. Yo soy la responsable.

La situación ideal hubiera sido que me dijeran el número de videos que querían, y específicamente sobre qué querían que hablaran, que me facilitaran un guion al que acogerme para el documental. Que me dieran unas pautas. Pero en serio, si en España cuando me encargan un video, ese cliente pretencioso que piensa que sabe de todo no me lo da… ¿cómo me lo iba a dar esta gente?

Para hablar del trabajo de los voluntarios he hecho entrevistas a cada proyecto y en el mejor de los casos a algún beneficiario, y con eso y con las imágenes del trabajo diario he hecho un video de cada programa.

Y para hablar de Taluwa y de porqué la ONG trabaja aquí he (casi) obligado a Alba (mi inglés es insuficiente) y hemos creado un guion para hacer un pequeño documental. Y voy a obligar a Carlo para que me haga de voz en off.

En un principio se lo pedí a la ONG, y esperé y esperé hasta que se me ha echado el tiempo encima y he decido resolverlo por mi cuenta. Lo más fácil hubiera sido cruzarme de brazos y decidir que era responsabilidad de la ONG y si ellos no lo hacía yo no iba a hacerlo.

¿Pero a que he venido yo aquí? Es mi responsabilidad y mi trabajo. Así que finalmente a una semana y media de terminar tengo más trabajo que nunca y de verdad, no quiero que esto termine sin que pueda sentirme orgullosa.

Mi voluntad como voluntaria es hacer aquello por lo que vine y no irme sin haberlo hecho.

De otra forma esto no habría tenido sentido.

LAS MIGRAÑAS


Desde los quince años sufro migrañas a razón de un mes al año. Durante ese mes me dan dos o tres veces a la semana y de repente como han venido se van y ya no se mas de ellas hasta el año siguiente. He ido al médico en varias ocasiones sin demasiados resultados… “La migraña es un mal por el que no se conoce causa y contra el que tampoco hay ninguna medicación efectiva”. Tengo unas pastilla que me traje, que a veces funcionan y a veces no. Lo único efectivo, es intentar tranquilizarme, acostarme, presionarme la sien, pasar frio y esperar a que pasen.

Hubiera jurado que aquí no iba a sufrirlas, porque he tenido la suerte hasta ahora de que no me dieran nunca en los viajes, pero no ha sido a si…

Empecé en diciembre, primero eran bastante leves, cortas y más molestas que hirientes. Pero han ido creciendo, y ya llevo dos meses de crisis…

Había decidido no hablar de ellas en éste blog, para que no constaran en mi viaje,  con la idea de que si no había constancia de ellas en ningún sitio, el tiempo las borraría de mi memoria, y cuando pensara en éste viaje no me acordaría de que las sufrí.

Pero este año están siendo especialmente numerosas, he pasado semanas que me ha dolido día si día no, hasta Alba el otro día me pinchó un nolotil y no me hizo efecto.

Nunca he podido identificar que las provoca, no hay nada que haga con lo que sepa seguro que las voy a sufrir… hasta ahora. Nepal me ha enseñado que el esfuerzo físico es un desencadenante. Y ya es seguro que cada vez que voy de Bimire a Nalsu (cada vez que subo la montaña y hago el camino más empinado) aparecen. Y me da muchísima rabia, ya no me ahogo y subo bastante bien, me siento más en forma y me canso menos… pero ahora me dan migrañas…
Y es curioso, porque subo feliz, cansada pero no muerta, llego a casa de Sarita, la saludo y mientras me voy recuperando el dolor aparece sin más y tengo que irme directa a la cama, aunque sean las cinco de la tarde ya no puedo levantarme a cenar, y ella se queda preocupada… y yo ya no sé si volver a subir a verla o no. Y esto me cabrea…

Ayer volvió a pasarme, me tome un ibuprofeno a mitad del camino como me ha recomendado Alba para prevenir…pero no hizo efecto, y tuve que tomarme la pastilla específica media hora después y pasaron las horas y tampoco mejoré…

Cuando ya estaba empezando a desesperarme, Sarita entro a la habitación para ver cómo me encontraba y yo no pude ni abrir los ojos, me encontraba francamente mal, encendió la luz y me quitó la manta de la cara, y me movió la cabeza con un gesto fuerte y poco afectivo, lo que me produjo muchísima angustia y dolor. Empezó a embadurnarme las sienes, la frente, el cuello y el labio superior con algo que olía a vips vaporub (creo que se llama bálsamo de tigre y lo he visto en España) con movimientos enérgicos y violentos. Huele fuertísimo, y me echó como medio bote. Yo si hubiera tenido un poco de energía le hubiera gritado que parara porque no era nada agradable, me meneaba la cabeza de un lado a otro con mucha fuerza. Aquello que me estaba poniendo me quemaba las sienes, era como si hubiera pegado la cara un cubito de hielo gigante con olor a mentol que no me dejaba respirar.

Por fin terminó, volvió a taparme y desapareció.

Los ojos empezaron a llorarme del mentol, la nariz me moqueaba y sentía que toda la cara me quemaba del frío, casi no podía apoyarme en la cama con tanto mejunje, estaba muy agobiada y por unos segundos me sentí muy mal, todos mis sentidos estaban alerta, tenía exceso de estimulación por todos lados y me saturé. 

Y mientras pensaba en eso me di cuenta que ya no me dolía nada. En serio, abrí los ojos como pude, pues no dejaban de escocerme y llorar y me levanté en busca de un clínex para poder limpiarme….Y el dolor había desaparecido, en cuanto ¿un minuto?... me daba la risa, pero pude ponerme de pie e ir a la cocina, cenar y hablar.


Bálsamo de tigre  o “vibvaporub” en grandes cantidades, tanto como para saturarte los sentidos es la nueva receta para quitar migrañas…. 

¡Voy a tener que decírselo a mi médico!

EL RATÓN QUE TENÍA FRÍO

Volví a casa de Sarita el fin de semana siguiente como le había prometido. Subí con lo justo y decidí no llevarme el saco de dormir por no ir cargada con él. En cuanto llegué a la casa Sarita me recibió con una amplia sonrisa y llamó a Kedar para que comprara carne.

Pasé el día con ella, la acompañé hacer recados y a visitar a unas vecinas. Me repetía que todas le preguntaban por mí, y ellas me decían que no volviera a Bimire.

Me encantó ver de nuevo a gente que pensé que no volvería a ver y por supuesto volvimos hablar de sexo, de cómo yo vivía en casa con mi novio sin habernos casado…

La noche la pasé sin problemas, oí al ratón  y después me di cuenta que entre sueños pensé que lo tenía en la cama. Algún compañero había tenido alguna noche la sensación de que el ratón se había paseado cerca. Incluso yo, una vez dejé una manzana en una bolsa y apareció la bolsa al día siguiente rota y la manzana roída por dos dientecitos. Hay quién si lo oye pasearse por el techo no duerme del pánico…  Pero yo  a estas alturas ya lo he normalizado, y la mayoría de las veces ni me despierto. Prefiero taparme y darme media vuelta y seguir durmiendo. Y eso es lo que hice esa noche. Lo oí cerca, demasiado cerca, pero no le di importancia.

A la mañana siguiente me dispuse hacer la cama, todavía con legañas, con las ventanas sin abrir y en penumbra. Al apartar las sábanas vi algo  sobre la esterilla “… ¿qué es eso? ¿Una hoja?...” y claro fui a cogerla 

“¿¿¿¡¡¡¡aaaaaggghhhhhh!!!!???? Está blando!!!!!!!”

Y a mi mente vinieron todos los recuerdos de la noche, había oído al ratón….muy cerca….tanto que me pareció que estaba en la cama… Y efectivamente, en la cama estuvo y encontró la muerte. Lo chafé!!!!! AGGGGHHHHH!!!!

Tuve que contenerme para no chillar, estaba muerta de asco, de vergüenza y quise salir corriendo a la ducha sin más. Pero me contuve, use la esterilla para llevarlo a la basura y respiré profundamente.
Encontré pequeñas gotitas de sangre en la esterilla, y también en la espalda de la camiseta del pijama.

Bajé con muy mal cuerpo a desayunar, necesitaba contárselo a Sarita, pero teníamos invitados así que me esperé “por no avergonzarla pensé” y en cuanto estos salieron un segundo de la cocina se lo dije.

Ella que vio mi cara de angustia sólo pudo contener la risa y llamar a todos para contarles la historia, con una mano me acariciaba la mejilla, como si fuese una niña pequeña que se asusta sin motivo, y con la otra se tapaba la cara mientras reía.

A todos les pareció gracioso, y casi me felicitaron por matarlo!!!

Le conté a mi madre en España (vía wasap) mi historia, buscando algo de consuelo. Y a ella, que cuando era niña también tenía ratones en casa, sólo se le ocurrió decirme que el ratón se había metido en mi cama porque tenía frio, que si no me había mordido todo estaba bien. Y que “en fin, el ratón se había llevado la peor parte.”

Corrí a contárselo a mi novio, al que por supuesto le hizo muchísima gracia, y le sirvió para apodarme “mata ratones” durante un par de días.

Así que lo que en la mañana me había dado tantísimo asco en la noche era un chiste a “vox populi”.


No pude más que aceptar que no era para tanto…y pensar que esta es otra lección más de este viaje…

LOS ALUMNOS


Estoy muy contenta y nerviosa a la vez con mi nuevo proyecto, sólo tengo tres semanas para intentar enseñarles algo de photoshop y fotografía a los jóvenes que vienen a la escuela de Bimire.

Es algo pretencioso lo de enseñarles photoshop, pues llevan casi cuatro meses con Word y según Iñaki hay algunos que no saben todavía ni encender el ordenador. Y qué decir de inglés, los pobres tampoco entienden mucho. Así que estoy intentando hacer un mix nepalí-inglés para que me entiendan.

Cuesta bastante la verdad, pero poco a poco los más aventajados van aprendiendo algo.

La idea, por supuesto no es que terminen sabiendo usar el programa, sobretodo porque en casa no tienen ordenadores y no sé si volverán a usarlos…la idea simplemente es que vayan manejando herramientas distintas y se vayan familiarizando con el ordenador, que potencien un poco la creatividad. Que se vean en una labor distinta que no sea el campo o sus quehaceres cotidianos. Que aprendan algo distinto y que pasen tiempo despreocupados…que se empoderen en nuevos recursos…y quien sabe, la mayoría de ellos emigrará a Katmandú y a lo mejor cuando lo hagan recuerdan algo de lo aprendido aquí.

Con fotografía es algo más difícil, no consigo que hagan otra cosa que echarse fotos a ellos mismos y que pasen más tiempo mirándolas que aprendiendo…pero bueno, la idea es la misma. Tampoco puedo pretender que sean fotógrafos profesionales, sólo que toquen una cámara y pasen un rato divertido, y eso si lo estoy  consiguiendo.


Estoy muy feliz, y siento que debería a ver empezado antes. Me da pena, que sean tan pocas clases, y sé que me va a quedar la espinita de no haber pasado con ellos más tiempo.

Por eso, este viernes que no teníamos clases organizamos un día de juegos. Con la idea de “crear” un espacio en el que acudieran simplemente a divertirse. Parece una estupidez, pero estos jóvenes prácticamente no han tenido infancia, pasan del cole al trabajo, y desde muy pequeños tienen muchísimas obligaciones.

Estoy convencida que ésta es de las primeras veces que se reúnen simplemente a jugar…  Claro que he visto algunos adolescentes jugando solos al vóley, pero raramente chicos y chicas y siempre “escapándose” un rato a la salida de la clase y antes de volver a casa. No tienen un tiempo determinado específicamente para esto. Y lo que es más importante, a jugar a lo que ellos quieran, sin supervisión y sin que venga un adulto a quitarles de en medio.

Alba (estoy muy contenta de tenerla de compi, me ayuda en todo y tiene muchas ganas de hacer cosas) preparó unos carteles para cada actividad y otros para que los alumnos pusieran sus nombres y los llevaran colgados al cuello. “Piensa que ellos nunca han tenido una fiesta de cumpleaños” decía.

Pusimos un tablero de ajedrez, otro de tres en raya, la pelota de vóley, y un juego que improvisamos que consistía en tirar un freesbee contra una jarra puesta en un cubo.


La verdad es que la gente se lo pasó muy bien, y nosotras acabamos muy contentas. Sólo nos queda un viernes más y ¡seguro que haremos otra!



LA CASA DE GOMA SHRESTRHA




En las últimas semanas he tenido muchos problemas con la luz en casa de Sarita, he pasado días enteros sin poder trabajar y he tenido que bajar continuamente a Bimire para poder cargar baterías. Los días pasan y el proyecto se va acabando y yo me estoy retrasando. Por otro lado tengo que empezar ya a dar clases de fotografía y photoshop a los jóvenes en la escuela de Bimire, por lo que finalmente la organización ha decidido que me mude a casa de Alba para estar más cerca de la oficina, la luz y el colegio.

Me da muchísima pena, me encanta mi familia pero es la mejor solución.

Cuando Sarita lo supo se puso triste y la última noche nos quedamos solas  lloró, yo también lo hice no pude evitarlo, es una mujer muy tierna a la que le he cogido muchísimo cariño y me repetía en su inglés simple “contigo aquí he olvidado que me faltan mis hijas, ahora voy a volver a echarlas de menos y también a ti”

El día de la mudanza se arranca a llover  lo que no ha llovido en todo el tiempo que llevamos aquí y Sarita me repite que así no me puedo ir, está contenta y me chantajea a final de la tarde cuando ya el tiempo ha amainado en que si me quedo a dormir un día más hace carne para cenar… a mí me da la risa, parece mi abuela usando la comida como cebo, y por supuesto me quedo una noche más.

Al día siguiente con muchísima pena me voy de la casa, prometiendo que el fin de semana siguiente subiré a visitarla. Y con la ayuda de Cancho (borracho) llevando mis maletas.  

Llegamos por fin a la casa de mi compañera española Alba, su “madre” me está esperando y me da la bienvenida.

Esta casa y esta familia son totalmente distintas a la mía. Son de otra casta (más baja) y tienen algunas costumbres distintas, además son agricultores y su casa está rodeada de otras del resto de la familia. Son unas cinco o seis casas juntas que casi forman un pequeño barrio en el que hay mucha gente y animales por todos lados.

Aquí fabrican roxi (el alcohol local) y todos  trabajan en todas las casas y en todos los campos de la familia. Me cuesta saber quiénes son vecinos y con quienes tengo “parentesco”.
Tengo dos hermanas adolescentes, una será alumna mía y es una chica muy lista que todas las noches invade nuestra habitación en busca de la ayuda de Alba para sus deberes de inglés. Yo que, al principio en casa de Sarita añoraba una familia más numerosa, ahora echo de menos la tranquilidad que esa circunstancia brindaba.
El padre de la familia con un nombre dificilísimo es idéntico a su hermano, que vive en la casa de al lado, y que sólo consigo identificarlos porque uno tiene las cejas inmensamente más pobladas que el otro. También está la abuela que vive con el tío, su mujer y creo que un primo adolescente. Hay un montón de gente a la que todavía no ubico… pero será cuestión de tiempo.

Las comodidades de la casa también son diferentes, la cocina es de fuego como la de Sarita pero no hay una estructura elevada en la que cocinar, aquí se hace casi en el suelo. En el suelo también se come, no hay mesas ni sillas hay un gundri (jarapa de paja) en la que se sentarse a lo largo de la pared.
El baño, la primera vez que lo vi casi me caigo de espaldas, no tiene la suficiente altura y hay que entrar agachado, no hay loza para el baño turco, todo es de “cemento” y hay un agujero por que asoma una tubería que hace de desagüe, casi tienes que apuntar para que los desechos caigan dentro, pero enserio… funciona a la perfección,  en casa de Sarita tenía mejor pinta pero tragaba fatal y siempre se veía asomar “lo de otro”. Aquí la inclinación es perfecta y con un poco de agua todo se pierde sin problemas. Casi es de chiste, pero me maravilla que funcione también algo con tan mala pinta ;)

Otra de las ventajas de ésta casa es la fuente, que está aquí al lado y  también la cuerda para tender, con lo que se acabó los largos paseos de ida y vuelta a la fuente cargada con la colada.

La comida… no me gusta tanto, aunque la dieta es la misma “dalh-baat” a todas horas, lo único que cambia son las verduras y  la mano de la cocinera, pero sólo es cuestión de acostumbrarse…

La gran ventaja de ésta casa es la cercanía con la oficina, el punto de luz y la escuela. La desventaja es que está encima de unas seis o siete terrazas de cultivo con lo que debo subir y bajar unos doscientos escalones todos los días…


¡Perfecto para mi trasero!… ;)

viernes, 14 de febrero de 2014

KATMANDÚ UN VIAJE EN EL TIEMPO.


Tenemos cinco días y hay que aprovecharlos, hemos ido a renovar la visa y a reunirnos en la oficina de VIN para dar parte de cómo van los proyectos, con los que los días se nos escapan de las manos. Lo que no consentimos que se nos escapen son las buenas comidas, carne a todas horas y las noches.
Salimos de bares, de conciertos y de discotecas, como si estuviéramos de Erasmus (los que me conocen  saben que yo tampoco soy de la que más sale en España, ni la que apura las noches hasta el final) pero aquí es distinto, sobre todo porque a las diez cierran los bares normales, a las doce las discotecas y a las dos los lugares más oscuros... así que es fácil aguantar… No hay peligro, sobretodo porque somos un grupo más o menos grande, y a última hora siempre voy con los chicos y con Alice.

Salgo bailo, bebo y me divierto. Y no paro de pensar como estoy en el mismo país de Taluwa, cómo hay un concierto de rock nepalí, cómo estos jóvenes del escenario, con sus pantalones ajustados sus pelos largos y sus inquietudes musicales, viven en el mismo momento histórico que los jóvenes que vemos de Taluwa incapaces de responder las preguntas más simples. Me choca tantísimo que es casi el único tema de conversación que puedo mantener. Enserio, hemos viajado durante dos días para hacer 250 kilómetro, pero hemos dado un salto en el tiempo de cuanto… ¿treinta años? Hay tantísima diferencia que me resulta increíble. El verdadero choque cultural se vive aquí y es para ellos. Debe de ser infinitamente más incompresible la forma de vida de un Taluwense que viaja a Katmandu de lo que pueda parecerme a mí…

Por otro lado, es cierto que prácticamente no hay chicas en los bares, y las pocas que hay son europeas. 

Por supuesto Katmandú es mucho más que Thamel, y seguramente la mayoría de los jóvenes nunca han pisado éstas discotecas…pero tengo la impresión de estar viviendo los inicios de…no se…¿la movida madrileña?

Hay tantas opciones a todas horas y en todos lados…cappuccino, queso, ensaladas, tartas, lugares, tiendas, hamburguesas, un simple bocata, chocolate en todas las versiones, fruta…toda la que quieras. Paseos, sitios por los que perderse…gente, caras desconocidas, guiris, asfalto…tráfico y cañerías…tantas cosas… que aunque pensaba que no echaba en falta acudían a mi casi con asombro por su descubrimiento, casi con añoranza, casi con deseo de no dejarlas, casi con extrañeza por no saber cómo había vivido sin ellas…


Uno se adapta sí, y vive feliz… pero no olvida.

KATMANDÚ, UN VIAJE A LA INCOSCIENCIA


Desde navidades no hay otra cosa de la que hablemos que el viaje a Katmandú. Hacia mediados de enero tenemos que ir a renovar el visado, y todos nos lo hemos planteado como unas mini vacaciones. No paramos de hacer cuentas de cuantos días quedan, hemos tenido que hacer algo de presión para que nos den varios días allí, ya que el viaje es de dos días y que mínimo que estar allí unos tres para poder coger fuerzas para el viaje de vuelta. En la memoria de todos está aun cuando vinimos a Taluwa y lo largo e insufrible del viaje.

La verdad es que yo tengo ganas de ir, pero me sorprende que no tanto como mis compañeros,  ellos sueñan con todas las comodidades del primer mundo y yo que también las echo de menos, no puedo dejar de pensar que en fin…aquí tampoco se está tan mal. Recuerdo la ciudad como un caos, sucia, ruidosa, carísima y con tanta polución que me picaba la cara, me lloraban los ojos y los mocos salen negros (claro que esto último también pasa aquí cada vez que nos movemos en bus por el polvo que levantamos).

Por fin llega el día, vamos primero a Okhaldhunga, dormimos allí y por la mañana temprano partimos hacia la ciudad. Nos han dicho que el jeep viene a recogernos a las siete de la mañana pero con el horario nepalí, ninguno confiamos en que sea cierto, aun así por las dudas nos acostamos pronto y a las cuatro de la mañana tocan con prisa la puerta de la habitación donde dormimos, Alba, María y yo. Es Ganesh gritando nerviosos que el jeep está en la puerta para recogernos… “¿¿¿¿¿cómo?????”, pues sí el conductor le ha llamado y le ha dicho que pasaba ya a por nosotros, y efectivamente ahí estaba…
Nos levantamos maldiciendo, con legañas y sin tiempo para desayunar, sin saber muy bien que pasa, pero pensando en que en el fondo cuanto antes salgamos antes llegamos así que  cargamos los bultos a los coches.

Usamos dos jeeps, porque en total somos once y los jeeps son de diez personas, así q tenemos que completarlos, por eso lo de salir tan temprano y por eso a los quince minutos de viaje paramos en “Milanchoc” que es digamos la parte baja de Okhaldhunga de dónde salen todos los transportes, y allí desayunamos y esperamos pacientemente hasta completar los jeeps. Así con un chia y una somosa de desayuno, vamos recogiendo gente que quiera ir a Katmandú y por supeusto se nos hacen las siete de la mañana.

 Por fin, podemos partir…

El jeep con diez pasajeros no es cómodo y saltamos en cada bache todo al unísono, tenemos unas cuatro horas de viaje hasta llegar al puente, ese que debemos cruzar a pie. Para después montarnos en otro jeep.

Ésta parte del camino no la conozco, en el viaje de ida a Taluwa era muy de madrugada y sólo recuerdo cabezadas y acantilados que no quería mirar.
Ésta región hace honor a su nombre, Okhaldungha significa nuez de piedra, y piedra hay por todos lados como en Taluwa. Subimos y bajamos dos montañas y lo único que vemos son zonas rocosas áridas y piedras por todos lados, hay poblados, ( más bien casas mal agrupadas a lo largo del camino) todo es bastante parecido del lugar de dónde venimos.
Hoy no me sorprenden ni los botes que damos ni los acantilados me parecen tan peligrosos…me he acostumbrado y mi percepción del peligro y de lo que es “inhumano” ha cambiado.

Llegamos al puente, y lo cruzamos, éste sí me parece tan largo cómo la primera vez y no paro de pensar en la señora que me porteó los bultos, la busco entre la gente, pero no la veo, ésta vez no necesitamos porteadores, no llevo esa segunda maleta.
Tardamos como una media hora en encontrar otro par de jeeps y completarlos para seguir el camino. Y a los pocos kilómetros podemos ver como la orografía ha cambiado, cruzamos el Tarái (el valle de Katmandú) lleno de campos verdes de trigo y arroz, con el gran (duk kosi) el río que nos acompaña todo el camino y que ahora tiene menos caudal, estamos a finales de invierno, y la época de lluvias queda muy lejos.

Por ésta zona hay menos montañas y supongo que por esto las casas se amontonan más ordenadas, dibujando lo que nosotros consideramos pueblos. Por el camino medio enserio medio en broma comentamos que éstos podían ser los pueblos en dónde nos hubiera gustado trabajar, mucho más bucólicos, más cómodos, y definitivamente más bonitos.
Por la noche llegamos sin energía por fin a Katmandú, al hotel “Premium” el mismo de la otra vez, pero no hay habitaciones para todos así que  Alba, María, Ganesh, Iñaki, Pablo y yo nos vamos a otro hotel.

Lo primero que hago es sentarme en el wáter…joder como lo echaba de menos, y yo que decía que no tenía problemas en usar el baño turco en cuclillas…pero dónde va a parar. Estoy tan emocionada que le hecho una foto y le escribo una Oda que publico en Facebook.
“Me hallo cual princesa en un trono, mi esfínter está relajado,
Qué placer más mundano, cagar en un buen wáter sentado!”
Sé que no es para sentirse orgullosa de mis rimas, pero de verdad…que placer…

Por la mañana, bien temprano, nos duchamos “ohhhh!!! Agua caliente, solo con abrir un grifo!! Y con presión! Como te echaba de menos!”
De camino a “Premium” para el desayuno pasamos por una pastelería y paramos “ohhhhhh, un buen café de cafetera, con su olor y su espumita en la leche….ohhhhh, pasteles de chocolate! Donuts! Croissant!!!”
Convencemos a Ganesh y desayunamos previo al desayuno gratis en el hotel, no nos importa.

Y ahora sí tengo que hacer un alto importante en la historia y hablar de lo que para mí supuso ese desayuno tan común europeo. Me pedí un café con leche, con doble de azúcar y un croissant de chocolate, y de verdad os lo juro que sin saber porque mis ojos se encharcaron de placer, y lloré. No como una magdalena acongojada, claro que no. Pero sí extasiada porque no cabía en mi más felicidad, añoranza, disfrute… y no pude evitar pedir un cigarro y fumar (Lo siento mamá, Esteban y Begoña) pero no os podéis imaginar lo necesario que era completar ese cuadro, disfrutarlo sin problemas, al cien por cien (puede pareceros una estupidez, y sé que lo es. Pero no sabía lo que echaba de menos los placeres banales de España hasta ese café, ese croissant, ese chocolate y ese cigarro)
Me gustaría decir que todo esto no tenía precio y no lo tubo por las endorfinas que generó mi cuerpo y lo feliz que me sentí…pero si  monetariamente y nos costó la tontería más que una comida completa en Okhaldhunga, el doble de una noche de hotel… pero lo pagué feliz, con la certeza de que los próximos día buscaría un sitio más barato para repetir la hazaña.